lunes, 15 de agosto de 2011

Una experiencia inolvidable: Mugaritz


Desde el cariñoso rcibimiento de Andoni Aduriz, haciendo de cicerone para que conociésemos su casa, pasando por el entorno con todos los colores del verde que cantó Raimon, y el disfrute de un ambiente y una decoración cálida y sobria cuyo único objetivo es resaltar los sabrosos 'bocados', que no platos, al decir de Andoni.
Una conversación, distendida y pausada, en la cocina del restaurante, con un fondo de una veintena de operarios enfrascados en sus diversas y delicadas tareas, en la cual el tercer cocinero del mundo nos explica algunos de los principios de su arte: pausa, naturaleza, disfrute. Cocina de mercado, de huerto, de los productos próximos, con poca elaboración, con combinaciones suaves, sin exotismos gratuitos. Atención personalizada, tempo en el servicio, mesura en las dosis, excitación sensorial y satisfacción del hambre, respeto al comensal, nada de estridencias...
Mugaritz es un templo de la gastronomía, reconocido mundialmente. Cincuenta comensales como máximo, somos atendidos por una cuarentena de cocineros, camareros, emplatadores, sommeliers, etc.
Diecisiete 'bocados' desfilan ante nuestros ojos que casi no dan crédito, diecisiete retos para nuestra pituitaria y nuestras papilas gustativas, diecisiete propuestas creativas que no nos dan tregua.
Un vino blanco, Godello, seco y potente para empezar, continuado con un Sierra Cantabria, de San Vicente de la Sonsierra, para los platillos más consistentes. 
Una 'experiencia' vital, algo más que 'llenar el papo'. Creedme, hay que ir a Mugaritz en cuanto sea posible. Nunca os arrepentireis de esta excepcional experiencia.
Gracias, Andoni. Prometemos volver.

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