"No hay cosa más terrible, que más
inquiete y atormente, que reparar en todo el daño que hemos cometido.
Ni siquiera el perdón aligera el peso de los verdaderos remordimientos,
porque hemos atentado contra nosotros mismos y somos su desgraciado
resultado, seres infelices y fracasados en el fondo. Nada ni nadie puede
ya restaurarnos, ni pegar ese montón de cachizas o añicos en que nos
hemos convertido, y no hay otra salida que llorarse a sí mismos. Sobre
todo porque en el mundo material tales delitos pueden seguir obrando con
deplorables resultados y nos procuran nuevos tormentos, siguen en
activo. ¿Se pide un purgatorio peor?"
Francisco Nieva, dramaturgo.
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