Gregorio Morán
No se lo tomen en serio. Es una farsa cuyo único resultado será el de
romper una sociedad para seguir alimentando a la casta política y
aledaños, que llevan manejando este país desde el día aquel que un
individuo gritó desde el balcón de la Generalitat : “En adelante, de
ética y moral hablaremos nosotros”. Es decir, él. Y añadió: “no lo
dudéis, el de hoy es un acto histórico”. Y vaya si lo fue, mientras las
masas arrogantes y ensoberbecidas en su ceguera fascistoide, jaleaban
“¡Pujol president! ¡Catalunya independent!”. Sucedió un miércoles, 30 de
mayo de 1984. La familia que roba unida permanece unida.
Han pasado treinta años de aquello que inició el llamado oasis con
abrevadero. “¿Papá, tú estuviste en la plaza Sant Jaume aquella inefable
tarde? ¿Llevabas la cartilla de ahorros de Banca Catalana? ¿Y
prometiste que aún aumentarías tus ingresos ante aquel rey del cinismo y
la doblez? Pues si es así, papá, mejor que metas la papeleta de los
tuyos en el lugar obligado de los idiotas, el culo”.
Ríanse, ríanse, que en el festival de la estupidez aún hay
espectáculo para rato. Porque no estamos en manos de un loco y un par de
bobos, sino de gente aviesa que no sólo nos ha llevado la cartera sino
que nos quieren garantizar seguir haciéndolo por mor de la patria de la
estafa que ellos representan. A cantar todos, mientras reímos: ¡qué gran
inversión la de embargar las sedes de Convergència!
¿Se han dado cuenta que si leen los discursos transcritos por los
medios de comunicación autóctonos, incluida TV3%, no hay nadie tan
agudo, sensible, tierno, corazón de oro –de oro de verdad y de muchos
quilates– como ese hombre que el destino nos legó bajo el imperativo de
heredar el poder de la familia más tramposa que conoció la Catalunya
reciente? Que un hijo se aprovechara, en fin, está en las inclinaciones
de todo clan. ¡Pero todos, empezando por la primera dama, la floristera,
“és massa”! Ríanse, ríanse, que esto aún va a dar mucho juego. Todo el
mundo habla de nosotros, hasta Obama, dice orgiásticamente el hombre de
la mandíbula de hierro. O César o nada.
Él no será nada, pero nos dejará una sociedad abierta en canal.
Porque la capacidad del político en el que se dan las mismas cantidades
de ambición que de descaro, rodeado de una troupe de aduladores de
seminario, los destrozos que causa el naufragio son irreparables durante
décadas. El acoso real a los disidentes empieza a adoptar en Catalunya
esa fórmula que la dictadura cubana denomina, con desfachatez, “actos de
repulsa”. No hay violencia física, basta con el aislamiento, el insulto
y la amenaza. Los periodistas tenemos una responsabilidad
silenciándolos, porque pronto seremos nosotros las víctimas en esta
sociedad cada día más dividida y con unos niveles de agresividad que no
se detectarán en los barrios altos pero sí en aquellos donde pasar de la
extrema izquierda a la extrema derecha consiste en una leve evaluación
de intereses. Estamos alimentando el huevo de la serpiente, algo
insólito desde hace más de medio siglo en Catalunya. Y por supuesto, la
culpa es del otro, del que no se adapta a “nuestro natural patriotismo,
pacífico y conciliador”.
No creo que en la historia de la democracia en el mundo haya un
precedente como el de las elecciones autonómicas del 27-S. Se lo cuento
para que se enteren, porque yo, que soy paciente y masoquista lector de
periódicos, no he conseguido hasta ahora nadie que me lo explicara.
Convocan elecciones autonómicas, que aseguran van a ser plebiscitarias, y
lo hacen empezando la campaña en el día que el patriotismo de cartón
piedra festeja, el 11 de septiembre, a uno de los cobardes más notables
de la Catalunya contemporánea, Rafael Casanova. Ya me gustaría a mí
saber cuándo se enteró Arturo Mas, aquel chico que jamás en su vida se
“metió en líos”, de quién era el tal Casanova. Su padre no debió de ser,
porque él sí estaba metido en líos muy beneficiosos para su pecunio.
Convoca elecciones en una fecha que no sólo favorece sus intereses
sino que rompe con una tradición de la que el president Mas no tiene ni
idea. (Mandíbula de cemento armado, acaba de publicar con su firma, un
artículo en Libération de París, evocando al presidente fusilado, Lluís
Companys. ¿Quién habrá sido el amanuense que lo redactó? ¡Qué carajo
sabe Mas de Companys y de la historia de Catalunya, de la que ha estado
ausente hasta que le dieron la oportunidad de hacerse un nombre y una
fortuna! ) Y por si fuera poco, las votaciones del 27-S coincidirán con
“un puente” en Barcelona, el de la Mercè, que llevará a la parte más
reacia a su espectáculo, la metropolitana, a desdeñar este juego de
trileros, chapitas y bolitas de papel.
Lo normal es que el candidato que quiere ser presidente encabece la
lista de su partido y más aún si se trata del presidente de la
Generalitat. Pues no, mire usted por donde el desprestigio, las
implicaciones judiciales de él y de su familia, y su falta de vergüenza
reiterada, obligan a encontrar unos colchones que alivien la caída y que
cubran esa parte grosera de su política: la de ejercer de Rajoy en
Catalunya y además capitanear el partido más corrupto de la política
española, en franca competición con los populares. Fíjense en el
detalle: el president de la Generalitat, que aspira a seguir en el
cargo, se coloca a resguardo, en el puesto número 4. Algo inédito,
porque no se trata de una coalición ni nada que se le parezca sino de un
contubernio entre tres trepas y un avispado logrero de la política.
Y como hicieron tamaña operación sin que la opinión pública catalana
dijera ni pío –la opinión pública catalana desde que se retrató en el
Palau de la eminente familia Millet está un tanto de capa caída y se
limita a la conspiración gastronómica; es decir, comer bien sin decirlo a
quién–. Pues fue muy fácil, primero buscaron a un izquierdista de
“familia bona”. Aquí los exjóvenes izquierdistas son como las setas,
surgen apenas deja de llover. No conozco otro lugar donde las
convicciones de los radicales de izquierda puedan cambiar gracias a un
teléfono. Sugiero que el próximo ensayo de hombre tan experimentado como
Xavier Rubert de Ventós debería orientarse hacia el valor de la llamada
telefónica en el sistema de principios de la intelectualidad catalana.
Como Gila: “¿Es el enemigo? Necesitamos que nos ayuden prestándonos a
alguno de los suyos, porque andamos muy mal de personal leído”. Ocurrió
con Ferran Mascarell, procedente de la fecunda cantera de oportunistas
que fue el PSUC, rama Bandera Roja, ¿ya saben?, los que eran partidarios
de la lucha armada y barrer a los reformistas. Iba para candidato a
alcalde socialista y una oportuna llamada del presidente Mas lo
convirtió en fidelísimo convergente. Lo más posmoderno de la política
catalana consiste en ser compañero de viaje en clase preferente.
Esta vez se obró el milagro con un eurodiputado de Iniciativa, Raül
Romeva, del que ni siquiera los suyos tenían en valor. Se repitió la
llamada de Gila y allá se fue. La oportunidad de su vida. Imagínense el
juego de trileros. Usted ve como la bolita de papel entra en la chapa de
Romeva, o de las responsables históricas independientes de las
organizaciones más dependientes de Catalunya, Òmnium Cultural y ANC. Y
mientras usted contempla perplejo las tres chapitas, el experto le dice
que el papelito está en otro sitio, en el dominio del president,
organizador de la timba, que al ser el cuarto no tiene chapa. Cualquier
votante a esto lo llamaría una estafa. Aquí los plumillas de postín
mediático lo denominan “suma de voluntades soberanistas”. Con un pacto
secreto, sobre el que nadie, en nuestros medios de abrevadero, ha
exigido una explicación.
No estamos al borde del abismo, estamos en el límite de la estupidez.
Bastaría con escuchar al de la primera chapa, Raül Romeva: “Catalunya
será el principal aliado que tendrá España en el mundo”. ¡Bravo! Como el
más clásico de los pasodobles taurinos, “En er mundo”.